VOLVER A LOS PRINCIPIOS DE LA REVOLUCION DEL 1890
En el año 1886, el aceitado sistema fraudulento y el dedo del general Roca, hacen posible que su pariente Miguel Juárez Celman, sea investido como presidente de la Nación, quedando fuera de las posibilidades Dardo Rocha y Bernardo de Irigoyen, entre otros. La política económica del nuevo presidente, fue liberal al extremo. En este sentido, se privatizaron las empresas públicas, y el FFCC, y se aprobaron leyes que permitieron al capital extranjero comprar las empresas y los bancos, mientras que la negación a un desarrollo industrial y una administración cuya acción se basaba en el despilfarro, las coimas y corrupción, fueron una constante durante su gobierno.
El año 1889, la crisis económica se agudizó, producto de las políticas antes enunciadas, lo que trajo como lógica consecuencia un proceso inflacionario, la restricción del crédito, la baja de los títulos de la deuda pública, la caída de las exportaciones, en el marco de una crisis mundial. La situación se fue agravando, no pudiendo el Estado argentino hacer frente a la deuda pública, en tal sentido, el oro se fugará al extranjero y aumentará el déficit.
La respuesta a tal descalabro, fue dada por los jóvenes, quienes comienzan a reunirse en la ciudad de Buenos Aires. Podemos citar entre ellos a: Emilio Gouchón, José Drago, Juan B Campos, Felipe Senillosa, José Gallardo, Marcelo T de Alvear, y Alfredo Echagüe, Martín Torino, Barrotaveña.
Estos organizan un acto en el Jardín Florida, donde asisten unas 5.000 personas, y en esa reunión queda fundada la "Unión Cívica de la Juventud", que proclama según consta en sus documentos: la participación política de las mayorías, la moral administrativa y la autonomía municipal.
Una segunda actividad cívica tendrá lugar en "La cancha de pelota" de la calle Córdoba. El motivo es incluir en el movimiento a otros sectores de la sociedad, nace la Unión Cívica, cuyo líder indiscutido será Leandro Alem.
La crisis era insostenible, y el gobierno no accedía a establecer un espacio de diálogo. En tal sentido, comienza a evaluarse la posibilidad de tomar el poder por las armas y ante situación planteada, en la Unión Cívica, no todos piensan de la misma manera. En este sentido, Bartolomé Mitre se opone a la acción revolucionaria. Es en este momento, cuando Hipólito Yrigoyen se suma a la gesta revolucionaria. El Plan de Alem consiste en que también los civiles participen del levantamiento.
La revolución se transforma en realidad, y el 26 de julio de 1890. El plan prevé que a la madrugada comience la acción revolucionaria con la toma del Parque Artillería, hoy Palacio de Tribunales. Si bien en el campo militar producto de las contradicciones operativas y las traiciones que tuvieron lugar en el seno de la Unión Cívica, la revolución fracasó, pero el presidente Juárez Celman tuvo que renunciar.
Al cumplirse un nuevo aniversario de la gesta histórica, sólo cabe reafirmar el legado de aquella acción revolucionara, donde quedó grabado a fuego para quienes continúen el camino de un principio ético, inalterable para los tiempos: "La Causa contra el Régimen". Los depositarios inmediatos de trabajar por esa máxima política, fueron Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen, en la incansable lucha por el sufragio libre, de la mano de la Unión Cívica Radical y bajo dos principios fundamentales: la abstención y la revolución.
Hoy a 121 años de la gesta revolucionaria, sería oportuno que muchos dirigentes y militantes de la Unión Cívica Radical, reflexionen sobre los postulados y principios que sustentaron los revolucionarios en 1890.
Debemos continuar con tarea de renovar la herramienta partidaria, sobre la base de los postulados ideológicos y éticos que forman parte de su esencia. Esta fuerza nacional histórica debe cambiar las formas y métodos de hacer política, donde el afiliado recupere un rol protagónico en la estructura partidaria, para que el radicalismo pueda presentarse ante la sociedad, con lo mejor de su historia, sus ideas y propuestas con el fin de resolver los problemas de la Argentina del presente y delinear el futuro de nuestro país.
Será tarea del radicalismo, garantizar el funcionamiento de las instituciones republicanas y los derechos de los ciudadanos, los cuales se merecen vivir en una república donde la paz y la libertad sean una realidad, y por medio de la educación y el progreso, caminar hacia un futuro previsible.
Son estos millones de ciudadanos argentinos, los que están esperando que el radicalismo sea nuevamente un partido con vocación de poder y transformación, consecuente con sus ideas, con dirigentes preparados, con propuestas y políticas de Estado, para conducir a la Nación Argentina hacia su destino de grandeza.
Prof. César Arrondo
Foro de Historiadores de la Unión Cívica Radical