Leandro Nicéforo Alem
"El deber no se cumple sino haciendo algo más de lo que el deber manda"
Nació el 11 de marzo de 1842 y falleció el 1º de julio de 1896. Su padre, Leandro Antonio Alem , fue un conscripto de la fuerza rosista en el suburbio de Balvanera, provincia de Buenos Aires. Motivo por el cual fue fusilado y ahorcado en la Plaza de mayo.
Leandro Nicéforo Alem (quién cambió la última letra de su apellido para no ser discriminado por el recuerdo de su padre ), queda en la pobreza junto a su madre Tomasa Ponce. Desde muy pequeño ingresa como voluntario en el ejercito. Luchó en las guerras civiles de Cepeda ( 1859) , Pavón ( 1861) y Paraguay ( 1865).
Tío y educador de Hipólito Yrigoyen, quien será presidente argentino inaugurando el voto secreto y obligatorio de la famosa Ley Sáenz Peña.
Alem se recibe de abogado en la Universidad de Buenos Aires e instala un estudio jurídico con su amigo Aristóbulo del Valle. Adepto a los krausistas españoles Ahrens y Giner de los Ríos, al igual que su sobrino. También fue un importante dirigente de la masonería.
En 1890, junto al ex presidente Bartolomé Mitre, funda la Unión Cívica y organiza un levantamiento armado contra el gobierno constitucional, conocido como la Revolución del Parque o Revolución del 90, que forzó la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman.
Al año siguiente, la Unión Cívica presenta la candidatura a presidente de la Nación de Bartolomé Mitre. Pero Mitre entra en negociaciones con Julio Argentino Roca, jefe indiscutido del oficialismo, y la Unión Cívica se fractura en dos: Mitre quedará a la cabeza de la Unión Cívica Nacional y Alem a la cabeza de la Unión Cívica Radical. Con él quedarán su socio Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Lisandro de la Torre e Hipólito Yrigoyen.
Antes, en las elecciones legislativas del 15 de marzo de 1891, había sido elegido senador nacional junto a Aristóbulo del Valle.
El 15 de agosto de 1891 la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical proclamó a Bernardo de Irigoyen como candidato a presidente. Pocos días antes de las elecciones, el 2 de abril de 1892, el presidente Carlos Pellegrini denuncia falsamente un complot radical para tomar el poder y asesinar a los principales funcionarios. Inmediatamente decretó el estado de sitio y detuvo a los principales líderes radicales, entre ellos Leandro Alem.
En esas condiciones represivas y sin la participación de la Unión Cívica Radical, se realizaron las elecciones del 10 de abril, en las que resultó elegido presidente Luis Sáenz Peña.
Una vez liberados los líderes radicales, y ante la evidencia de que el gobierno nacional volvería a impedir por todos los medios su acceso al poder mediante elecciones, la Unión Cívica Radical comienza a reorganizarse y preparar un nuevo levantamiento armado, la Revolución de 1893, en donde Alem llegó a ser proclamado Presidente de la Nación por los insurrectos, en Rosario, pero que vuelve a fracasar por graves errores de conducción. Para entonces, Hipólito Yrigoyen, quien se ha hecho fuerte organizando la UCR en la provincia de Buenos Aires, cuestiona las condiciones de liderazgo de su tío L. Alem.
Deprimido por las derrotas y el enfrentamiento con Hipólito Yrigoyen, se suicidó el 10 de julio de 1896 en el vehículo que lo llevaba al Club del Progreso. Sus restos reposan en el monumento a los caídos en la Revolución de 1890, en el cementerio de la Recoleta, Buenos Aires.
Momentos antes de su muerte, Leandro N. Alem escribió un testamento político y lo dejó bajo sobre, con un rótulo que decía: “Para publicar”. He aquí su contenido:
"He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!
He luchado de una manera indecible en los últimos tiempos; pero mis fuerzas, tal vez gastadas ya, han sido incapaces para detener la montaña... ¡y la montaña me aplastó!
He dado todo lo que podía dar; todo lo que humanamente se puede exigir de un hombre, y al fin mis fuerzas se han agotado... y para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. Entrego decorosa y dignamente todo lo que me queda: mi última sangre, el resto de mi vida. Los sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi alma, los móviles, las causas y los propósitos de mi acción y de mi lucha en general, en mi vida, son, creo, perfectamente conocidos. Si me engaño a este respecto, será una desgracia que yo ya no podré ni sentir ni remediar...
Ahí están mi labor y mi acción desde largos años, desde muy joven, desde muy niño, luchando siempre de abajo. No es el orgullo el que me dicta estas palabras, ni es debilidad en estos momentos lo que me hace tomar esta resolución. Es un convencimiento profundo que se ha apoderado de mi alma en el sentido que lo enuncio en los primeros párrafos, después de haberlo pensado, meditado y reflexionado en un solemne recogimiento.
Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente.
En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción en bien de la patria. Esta es mi idea, éste es mi sentimiento, ésta es mi convicción arraigada, sin ofender a nadie. Yo mismo he dado el primer impulso, y, sin embargo, no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales. ¡Adelante los que quedan! ¡Ah, cuánto bien ha podido hacer este partido, si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores!
¡No importa! Todavía puede hacer mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra: ¡deben consumarla! "
*Publicado por M en 17:51 2 comentarios Etiquetas: Leandro Alem Leandro Nicéforo Alem
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