martes, 24 de marzo de 2009

Álvarez Guerrero y el 24 de marzo de 1976



Por Gustavo Calleja (*)


Hace aproximadamente dos años, Osvaldo Álvarez Guerrero publicó en el diario Río Negro y a través de los informes de la Fundación Arturo Illia, el trabajo titulado “Golpes de Memoria”. No me cabe dudas que como todos los trabajos de Osvaldo, el mismo debe leerse íntegramente. Igualmente señalaré o comentaré aquellos párrafos que me perecen más destacables, valorando por su actualidad, aquel en que señala: “El Gobierno quiere perpetuar lo que ha dado en llamarse `memoria colectiva´. Sobran en ella el disimulo, la ignorancia fingida o el olvido de los antecedentes del golpe”

“Sería caer en el simplismo afirmar que el golpe militar de 1976 fue un acto sorpresivo, traicionero y autogenerado por la voluntad de un grupo de jefes de las Fuerzas Armadas”. Fijar de manera indeleble en la memoria de los argentinos el acto militar del 24 de marzo como única causa y origen, es a mi juicio, un grueso error al rescatar algunos hechos para ocultar otros inmediatamente anteriores y posteriores. Y los hechos que oculta tuvieron como protagonistas y responsables a los integrantes de la facción partidaria ortodoxamente peronista de los años 70”

Osvaldo analiza los sucesos previos al Golde del 24 de marzo de 1976 a los con denomina “golpes”. En esa línea considera que la llegada de Perón a la Argentina y la planificada masacre de militantes y montoneros sucedida en Ezeiza constituyó el primero, al que siguió el correspondiente a la expulsión de los montoneros de la Plaza de Mayo. Otro quiebre constitucional es el Decreto del 9 de febrero de 1975 “que ordenaba a las FF AA la “aniquilación de los elementos subversivos” sin definir los medios para ello ni la condición de subversión”

No olvida el Rodrigazo de junio de 1975 al que llama golpe económico, ni a la huelga que generó, el rechazo al pedido de juicio político a la presidente María Estela Martínez pedido por la UCR, por parte de los legisladores justicialistas y el apoyo del Congreso del Partido Justicialista a la política represiva del gobierno. En esa línea de pensamiento opina que “Isabel Perón no renunció porque prefería junto con su partido, que quedara abierto el camino para la asunción plena del poder por las FF AA” y que “La complicidad de la dirigencia justicialista con la Dictadura Militar se ratifica en 1983: la Plataforma del Peronismo y la fórmula Luder-Bittel aceptaba explícitamente la auto amnistía sancionada por la Junta Militar en 1983”

Termina Osvaldo afirmando que: “esa política de la de la memoria única es equivalente a las políticas de la amnesia, basadas en la mentira, la censura y la prohibición del recuerdo que ejecutó la dictadura. Y ambas constituyen, metafóricamente, Golpes de Memoria”


(*) Presidente de la Fundación Arturo Illia para la Democracia y la Paz
Subsecretario de Combustibles durante el gobierno de Raúl Alfonsín

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